Grafointeriorismo con Paul Newman, el limpio orgullo

Tan orgulloso como sincero. Tan egoísta como generoso. Así se nos ha revelado Paul Newman tras el proceso de Grafointeriorismo que hemos seguido para analizar su letra y desentrañar cómo era en realidad, el hombre con los ojos más fascinantes de la época dorada del cine de Hollywood. Paul Newman supo equilibrar su alma vibrante y ‘engreída’ con su capacidad para ponerse en la piel del otro, sobre todo, si el otro era mucho más débil que él. Grafointeriorismo con Paul Newman, el limpio orgullo.

 

Paul Newman era vibrante, sincero, orgulloso y un poco desconfiado.

Paul Newman era vibrante, sincero, orgulloso y un poco desconfiado.

Paul Newman sorprendió al mundo por su manera de actuar, por su belleza física y por su estabilidad emocional y afectiva. Uno de los hombres más deseados del mundo se mantuvo fiel al gran amor de su vida, la actriz Joane Woodward. Cuando le preguntaban que cómo era posible no caer en otras tentaciones decía, «¿para qué buscar una hamburguesa si tengo un filete en casa?» Esta estabilidad chocaba con sus problemas con el alcohol, producto del acoso de las fans y la presión de Hollywood. En definitiva, Paul Newman era un hombre lleno de contradicciones que se reflejan en su texto y en su firma.

 

Paul Newman tenía una letra clara, simplificada, limpia y constante.

Paul Newman tenía una letra clara, simplificada, limpia y constante.

Si observamos su texto y su firma comprobamos que son iguales. Ya sabemos, por tanto, que era un hombre auténtico. Se mostraba tal cual era dentro y fuera de la pantalla. En su vida social y en su vida familiar. Vemos también que su letra es clara, simplificada, de dirección recta y de márgenes ordenados. Paul Newman era un hombre que iba a la esencia de las cosas. Era ordenado. Ocupaba su espacio vital de forma armoniosa y se dirigía hacia el futuro de forma constante, sin precipitarse, pero con precisión y paso firme. Era un hombre respetuoso en el trato con los demás y con su entorno.

 

Paul Newman era un hombre constante que daba importancia a las cosas bien hechas.

Paul Newman era un hombre constante que daba importancia a las cosas bien hechas.

Si hay algo que se refleja en la escritura de Paul Newman es su constancia y su amor por las cosas bien hechas. Por el cuidado de los detalles importantes. ¿Te has dado cuenta de que pone todos los puntos sobre las ‘íes’ y todas las barras de las ‘t’? Es más, algunas de ellas las hace ligadas a la letra siguiente. Paul Newman era un hombre inteligente, que iba a la esencia de las cosas. Daba importancia a las cosas que realmente la tenía y no se detenía en nada que no tuviera relevancia. Avanzaba con generosidad espiritual hacia los demás. Un rasgo que se acentuó en la etapa final de su vida, que dedicó a la vida sana y a ayudar a niños con problemas a través de la diversión y la sonrisa. Era un hombre generoso de espíritu.

 

Paul Newman era metódico y equilibrado en su trabajo.

Paul Newman era metódico y equilibrado en su trabajo.

Lo dicho anteriormente se confirma si analizamos es espacio que deja entre palabras. Si te fijas, es bastante parecido en cualquier punto del escrito. Este rasgo, junto a los que hemos visto de las letras ‘i’ y ‘t’, y las líneas rectas de su escritura, nos confirman el equilibrio del que estamos hablando. A pesar de sus problemas con le alcohol, fruto de la necesidad de evasión propios de su estatus profesional, Paul Newman era un hombre de costumbres, de afectos mantenidos en el tiempo. Era un hombre comprometido, con mucha capacidad para comenzar un proyecto, una idea, y desarrollarla hasta el final de forma equilibrada y precisa.

 

Paul Newman tenía un gran ego, aunque a la vez era un gran protector de los suyos.

Paul Newman tenía un gran ego, aunque a la vez era un gran protector de los suyos.

Vamos con su firma. Fíjate en la inflación que tiene la letra ‘P’ de su inicial. Estamos ante un hombre extraordinariamente presumido y vanidoso, al que le gustaba seducir. Paul Newman conocía su atractivo físico y sabía utilizarlo. Además, estaba muy orgulloso de todo lo conseguido en su carrera profesional. Era un hombre que le gustaba ser admirado y que se sabía admirado. Eso sí, un poco desconfiando, como vemos en la inversión ligera de los trazos y con mucho afán de protección, como vemos en el rasgo de ‘ala de gallina’ que dibuja al final de la letra ‘N’ de ‘Newman’. Unos rasgos que mantuvo a lo largo de toda su vida, a pesar de la evolución de su firma, como vemos en la imagen siguiente:

 

Paul Newman mantiene los rasgos principales de su escritura.

Paul Newman mantiene los rasgos principales de su escritura.

La comparación de las 4 firmas que tenemos corroboran lo que venimos diciendo a lo largo de este análisis. Paul Newman era un hombre que mantuvo la esencia de sus principios y de su manera de ser a lo largo de toda su vida. Era un hombre que reconocía su valía física y profesional y le gustaba ser admirado por ello. Al mismo tiempo, era un hombre equilibrado en su manera de proceder y de ver la vida. Mantuvo sus afectos hasta el final y aprovechó su generosidad para ayudar a los demás. Propio de un espíritu vibrante como vemos en la manera en que ‘brinca’ su letra sobre el papel, aunque sin exceso y con un punto de desconfianza.

Aquí tienes el vídeo con todos los detalles.

 

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