Grafointeriorismo con Elisabeth Taylor, generosamente ególatra
La actriz de los ‘ojos violeta’ era sexy, vibrante, buena actriz y muy humana. Eso sí, con un ego del tamaño de su fama y su extraordinaria profesionalidad como actriz y como mujer. Así nos lo ha confirmado el proceso de Grafointeriorismo que hemos aplicado a la letra de Elisabeth Taylor, o Liz Taylor, como también se la conoce en todo el mundo. Pero hay un rasgo que compite en estrecha igualdad de condiciones con el resto. Se trata de su extraordinaria generosidad humana. Su gran capacidad para ponerse en la piel del otro, comprenderlo y tenderle la mano. Una mujer que además, demostró una gran madurez interior, a pesar de su extraordinaria volatilidad. Grafointeriorismo con Elisabeth Taylor, generosamente ególatra.
Elisabeth Taylor vivía como actuaba en la gran pantalla y actuaba en la gran pantalla como vivía. Destilaba humanidad en sus papeles y un ‘punto’ de egocentrismo que combinaba a partes iguales con la generosidad de espíritu que luego demostró en los últimos años de su vida. Esta manera de ser se refleja perfectamente en los rasgos de su escritura. Como ves en la imagen adjunta, texto y firma tienen los mismos rasgos. Además es una letra caligrafiada, casi, casi, simplificada. Estamos ante una mujer auténtica, que se mostraba tal cual era, dentro y fuera de la pantalla. Curiosamente y contra lo que podamos pensar, era una mujer más apegada a lo aprendido y de las tradiciones de lo que cabría esperar de una mujer que se casó 8 veces. Liz Taylor rompió el patrón caligráfico, poco a poco a lo largo de su vida, especialmente por su enorme volatilidad emocional, más que por convicción. Ella estaba conforme con lo aprendido de sus mayores, pero su extraordinaria sensualidad y su enorme pasión física hicieron el resto.
Tal y como vemos en su escritura, hay varios rasgos que conforman el puzzle de su personalidad. Por un lado, vemos que el tamaño de su letra varía considerablemente entre las iniciales de los nombres y el resto de la palabra. Este rasgo se aprecia tanto en las iniciales de su nombre y apellido, como en las iniciales de otros nombres de las dedicatoria de las personas a las que se dirige. Este rasgo demuestra el enorme sentido del ‘yo’ que ella tenía- el alto concepto que Liz Taylor tenía sobre sí misma– pero, al mismo tiempo, la enorme consideración que ella tenía sobre los demás. Primer rasgo de su gran generosidad de espíritu.
Al mismo tiempo observamos los rizos de la subjetividad que la ‘delatan’. Apoyo pasional a sus ideas, el rasgo de la independencia, así como el enorme ego que ella tenía. Eso, sin olvidar todos los ‘alargamientos’ que se ven en la zona instintiva, lo que habla de su voluptuosa sexualidad. Pero hay un rasgo de demuestra la generosidad de espíritu que hemos constatado. Se trata de la separación entre letras. Demuestra su generosidad de espíritu, tanto para dar, como para perdonar y ponerse en la piel del otro. Es en este rasgo donde podemos confirmar su gran dedicación a la lucha contra el SIDA que llevó a cabo en la última etapa de su vida, a raíz de la muerte de su gran amigo Rod Hudson, como el que compartió más de un papel protagonista.
Vamos con su firma. Como vemos, mantiene los rasgos de su escritura. Ya hemos dicho que era una mujer auténtica en su proceder, dentro y fuera de la pantalla. Además, observamos, que a pesar de ser una letra muy vibrante, escribe con trazos bastante rectos. Elisabeth Taylor tenía los pies en la realidad, sobre el suelo. Una perspectiva que no perdió nunca en su vida, tal y como vemos en los diferentes escritos que os propongo a continuación. Además, no rubrica, algo que constata este punto de realidad del que venimos hablando. De su madurez interior. Y por supuesto, confirmamos todos los rizos que hemos visto en su texto: pasión, independencia y sensualidad a toneladas. Así fue la todavía admirada Elisabeth Taylor, un mito de los años dorados de Hollywood que conquistó al mundo desde sus enormes ojos violeta.
Aquí tienes el vídeo con todos los detalles.